Por este medio dejo en claro mi mas sincera devoción por el escritor Ítalo Calvino -Autor de clásicos como Las Hormigas, La nube de smog y El vizconde demediado- y quiero decir también que El Barón rampante cambió mi vida literaria a la tierna edad de 11 años, siendo así el PRIMER LIBRO POSTA (no infantil, digamos) que cayó en mis inexpertas manitos sucias y de uñas mordidas.
Ayer una amiga me lo devolvió después de mucho tiempo, y obviamente los libros que estoy -o estaba- leyendo pasaron a la lista de espera porque creo que es momento de reencontrarme una vez mas con mi heróe indiscutido: Cosimo Piovasco de Rondó, un pendejo rebelde y alturista.
Un poeta, digamos.
La obra en grandes rasgos trata sobre un jovencito que como acto casi anárquico contra las reglas y formalidades de su familia almidonada y cortesana mientras le obligaban a comer un especie de soufflé de caracoles el se plantó y dijo:
-No!
Y se fué a vivir a los árboles.
y no bajó.
Ahí empieza el conflicto de la obra, (el famosísimo "detonante") pero después narra todo el desarollo de su vida y es genial como el autor te va mostrando las diferentes etapas del susodicho, que sigue fiel a su palabra de no bajar de los árboles.
En fin, Cosimos es durante toda la obra un rebelde, un dadaísta, un Severino de Giovanni, un suicidado por la sociedad, un loquito, un Don Juan seductor, un lector, un tirabombas, un filósofo, un poeta que como tal se eleva del común de los mortales y desde otra perspectiva puede captar la verdadera alma de las cosas.
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